Se trata de una operación de mamas que consiste en extirpar el exceso de grasa, tejido y piel, de manera que se logra reducir la talla, manteniendo un aspecto natural y bonito. En esta intervención se administra anestesia general al paciente, para que permanezca dormida y sin dolor durante la duración del tratamiento. 

La técnica más común en esta intervención por parte del cirujano es hacer una incisión en forma de ancla siguiendo la línea natural del pecho, para extraer el exceso de tejido glandular, la grasa y la piel sobrantes y mover la areola y el pezón hasta su nueva posición. Sin embargo, la técnica puede variar según cada caso. Por ello es imprescindible un diagnóstico preciso que tenga en cuenta las circunstancias de cada paciente.

Esta cirugía está dirigida a mujeres descontentas con el tamaño de su pecho, demasiado grande y caído, que pueden padecer problemas físicos como dolores de espalda y cuello, problemas de respiración, deformidades en el esqueleto o problemas de autoestima. Esta cirugía también puede reducir el tamaño de la areola para que haya una mayor armonía con el resto del seno. 

Los implantes mamarios usados en este procedimiento quirúrgico son muy similares a los que se usan en el aumento mamario. Estos son de gel cohesivo de silicona de alta calidad y de última generación. Actualmente, son las más seguras que existen. Tu cirujano plástico te aconsejará sobre el tipo de prótesis mamaria en tu caso, así como su volumen, su perfil o su proyección, para que consigas el resultado más bonito y natural.

En los días posteriores a una reducción mamaria, pueden haber molestias o algún dolor. Por ello es importante, realizar reposo y evitar la actividad física intensa durante unas semanas. También deberás dormir boca arriba como mínimo durante el primer mes después de tu reducción de pecho. Aunque siempre dependerá de la recuperación de cada paciente.

Tras la operación saldrás con un sujetador especial que deberás llevar junto a una banda durante el primer mes después de tu cirugía de pecho. Además, es importante esperar unos 10 o 15 días antes de volver a conducir. Si bien es cierto que dependerá de la movilidad de la paciente en función de su evolución. Además, tu cirujano podría aconsejarte empezar con masajes postoperatorios y drenaje linfático, que ayudarán a reducir la inflamación y a recuperarte antes de la intervención.

La cirugía de reducción mamaria suele practicarse bajo anestesia general y dura aproximadamente 2 o 3 horas, aunque puede alargarse según cada caso. La estancia en IM CLINIC es de aproximadamente unas 24 horas.

Si fumas, es aconsejable dejar el tabaco unas semanas antes de tu intervención de reducción. Lo ideal sería que lo hicieras gradualmente para evitar síntomas como la ansiedad durante el postoperatorio. No fumar antes y durante la recuperación mejorará tanto tu salud como tu cicatrización.

Tras la ducha, es importante mantener las incisiones bien secas. Para ello te aconsejamos que apliques aire frío – nunca caliente – con un secador. No restriegues la toalla por encima de las incisiones.

Los resultados de la reducción de senos pueden observarse a las pocas horas de la cirugía. Sin embargo, al cabo de una semana, aproximadamente, la inflamación empezará a bajar y podrás ver como la mama comienza a tener un aspecto más natural. Podrás observar el resultado final pasados de 3 a 6 meses, hasta entonces es normal ver ciertos cambios en la forma y el volumen de la mama.