Conocemos los efectos nocivos del tabaco en la salud, de hecho, es la principal causa evitable de enfermedad y muerte en el mundo occidental. Además, el tabaco ejerce también múltiples y diversos efectos nocivos sobre la piel. De hecho, es uno de los principales factores externos que contribuyen al envejecimiento cutáneo prematuro. Por eso en este post te explicamos los efectos del tabaco en la piel y porqué dejar de fumar puede ser un buen propósito para 2024.
La relación entre fumar y el deterioro de la piel ha sido ampliamente estudiada. Existen varios mecanismos que explican por qué el tabaco puede no solo provocar un envejecimiento más rápido de la piel, sino también problemas de salud en el órgano más grande de nuestro cuerpo.
Envejecimiento prematuro de la piel
El tabaco interfiere negativamente en los procesos de reparación celular y de regeneración de la piel. Esto hace que la capacidad de las células de la piel para recuperarse de daños ambientales se vea comprometida, lo que acelera el envejecimiento cutáneo, provocando una piel envejecida antes de tiempo.
Daño en la producción de colágeno y elastina
El consumo de tabaco afecta la generación de colágeno y elastina, dos proteínas vitales para mantener la firmeza y elasticidad de la piel. Además, también deteriora la calidad de estas proteínas, contribuyendo así a la aparición de arrugas y al debilitamiento de la piel. Este proceso acelera la flacidez y la pérdida de volúmenes faciales genera al rostro un aspecto más envejecido.
Reducción de flujo sanguíneo
Los cigarrillos contienen mayoritariamente nicotina y monóxido de carbono, que afectan negativamente al sistema circulatorio. Estas sustancias reducen el flujo sanguíneo, la cantidad de oxígeno y nutrientes, provocando una piel apagada, deshidratada y con menos capacidad para regenerarse.
Aparición de manchas en la piel
Las manchas en la piel son el resultado de la combinación de varios factores, la reducción del flujo sanguíneo, la disminución de oxígeno en la piel y la inhibición de procesos de reparación celular contribuyen a la formación de manchas en la piel.
Mayor deshidratación de la piel
Fumar reduce la producción de ácido hialurónico y esto provoca sequedad, deshidratación, pérdida de volumen en la piel y la aparición de arrugas, tanto dinámicas como estáticas, más marcadas y profundas. Esto se debe a la falta de hidratación y agua que produce el ácido hialurónico.
Más arrugas y peor cicatrización
Fumar habitualmente es la causa de cambios estructurales en las capas de la piel. Este daño afecta tanto la epidermis como la dermis de nuestra piel. La piel se vuelve más delgada, menos elástica, más propensa a las arrugas y con menor capacidad para la cicatrización. Si debemos someternos a una cirugía, tanto estética como de cualquier otro tipo, el tabaco interfiere negativamente en el proceso de cicatrización, lo que dificulta que las heridas cierren y favorece la necrosis de la piel.
Generación de radicales libres
El tabaco produce una gran cantidad de radicales libres en el cuerpo. Estos radicales libres son moléculas inestables que dañan las células y las estructuras de la piel, desencadenando procesos de envejecimiento prematuro. Este daño oxidativo puede llevar a la formación de arrugas, pérdida de elasticidad y otros signos de envejecimiento cutáneo. Además, los radicales libres del tabaco disminuyen la absorción de vitamina A, alteran los niveles de colágeno y elastina, añadiendo más años a nuestra piel.
Como hemos visto, el hábito de fumar tiene efectos perjudiciales significativos en la salud de la piel. Por lo que la prevención y la cesación del hábito de fumar son cruciales para mantener la salud y la juventud de la piel.
Si adoptamos un estilo de vida saludable y dejamos de fumar, mejoraremos la salud general de la piel y reduciremos la probabilidad de desarrollar problemas cutáneos asociados al consumo de tabaco. De hecho, a partir del quinto día alejados del tabaco, nuestro aspecto mejorará. La piel recupera parte de su capacidad de hidratación, mejora la luminosidad y se vuelve más densa y tersa.
Hidratación adecuada
La piel que “fuma” está más deshidratada, beber suficiente agua es esencial para mantener la piel hidratada desde el interior. Pero también hidratarla por fuera con una buena rutina facial y tratamientos de hidratación adecuados a tu tipo de piel.
Protección solar
Utilizar protector solar diariamente ayuda a prevenir el daño causado por los rayos UV, que puede agravar las manchas y el envejecimiento prematuro, especialmente si somos fumadores.
Dieta equilibrada
Consumir alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, puede contribuir a proteger la piel contra el daño oxidativo producido por el tabaco y otros factores.
Higiene facial
La piel fumadora necesita una higiene facial rutinaria más que otros tipos de piel. Cuando acudas a tu profesional de la estética comenta tu consumo de tabaco para que puedan adaptar el protocolo a las necesidades de tu piel y conseguir una piel luminosa.
Tratamientos reparadores
Existen tratamientos faciales que permiten mejorar la calidad de la piel fumadora y reparar algunos de los daños producidos por el tabaco.
En este vídeo puedes conocer uno de los tratamientos IM CLINIC para pieles fumadoras
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